18 Y aún es poco esto a los ojos de Yahveh, pues entregaré a Moab en
vuestras manos
19 y heriréis a toda ciudad fuerte, talaréis todo árbol bueno, cegaréis
todas las fuentes y devastaréis todos los campos fértiles
cubriéndolos de
piedra.»
20 A la mañana, a la hora de alzar la oblación, venían las aguas de la
parte de Edom y la tierra se llenó de agua.
21 Habiendo oído todo Moab que subían los reyes para hacerles la
guerra, convocaron a todos, desde los que empezaban a ceñir espada en
adelante, y se apostaron en la frontera.
22 Al levantarse de mañana brillaba el sol sobre las aguas y los
moabitas vieron enfrente las aguas rojas como la sangre,
23 y exclamaron: «Es sangre; sin duda los reyes se han matado entre sí
y se han herido unos a otros. Conque ¡al botín, Moab!»
24 Cuando llegaron al campamento de Israel, se levantaron los
israelitas y batieron a Moab, que huyó ante ellos; ellos
avanzaron
impetuosamente y derrotaron a Moab,
25 destruyeron las ciudades, arrojaron sobre los mejores campos cada
uno su piedra y los llenaron, cegaron todos los manantiales, talaron todo
árbol bueno; sólo le quedaron sus piedras a Quir Jeres, y los
honderos la
cercaron y la batieron.
26 Viendo el rey de Moab que llevaba la parte peor de la batalla, tomó
consigo setecientos hombres que tiraban de espada para abrir brecha hacía
el rey de Aram, pero no pudieron.
27 Tomó entonces a su primogénito, el que había de reinar en su lugar,
y lo alzó en holocausto sobre la muralla, y hubo gran cólera contra
los
israelitas, que se alejaron de allí volviendo al país.